Thursday, February 08, 2007

Iglesia saludable

El ABC del Desarrollo
Natural de la Iglesia
Por Christian A. Schwarz

¿Por qué tenemos
tantas dificultades con
el crecimiento de la iglesia?

Antes de empezar mi monólogo, me gustaría
hacerle esta pregunta: «¿Por qué piensa usted
que tenemos tantas dificultades con el crecimiento de la
iglesia?»
Quizá su respuesta fuera: «Creo que tenemos
dificultades porque en estos tiempos hay muchos factores
actuando contra la fe cristiana. Nosotros los cristianos nos
estamos esforzando mucho, pero simplemente nuestro
mensaje no es algo que tenga mucha aceptación entre la
gente hoy en día.»
Entonces le enseñaría el siguiente dibujo. En él,
usted ve un carro con cuatro ruedas cuadradas transportando
un montón de ruedas perfectamente redondas y sumamente
funcionales. Del carro están empujando y tirando dos perso-nas
que demuestran gran dedicación, pero que seguramente
son conscientes de
que su trabajo avan-za
sumamente despa-cio,
lo cual resulta
bastante frustrante.
Para mí,
este dibujo es más que
una simple caricatura. De
hecho, es casi una descripción
profética de un estado bastante extendido en mu-chas
partes de la iglesia de Jesucristo. Aunque la iglesia está
avanzando, todo está ocurriendo sumamente despacio. ¿Por
qué es esto así? Si usted preguntara a las dos personas del
dibujo, una podría contestarle: «Porque un viento muy fuerte
sopla en contra nuestra», mientras que la otra quizás añadie-ra:
«Porque tenemos que subir el carro por una cuesta muy
empinada.»
Ahora nadie niega que, en muchos casos, tales
respuestas no son del todo equivocadas. De vez en cuando,
nosotros los cristianos realmente sentimos que el viento sopla
en nuestra contra, y a veces el camino de la iglesia se hace
bastante cuesta arriba. Pero el dibujo revela que estas cir-cunstancias
no son el auténtico problema. Aunque las cir-cunstancias
que rodean la iglesia fueran muy favorables, el
auténtico problema seguiría existiendo.
Esta parábola ilustra algo esencial. Todo lo que
necesitamos para ver crecer la iglesia ya ha sido provisto por
Dios. El problema es que no hacemos uso de ello. En vez de
utilizar las herramientas que Dios nos ha dado, tratamos de
empujar y tirar de la iglesia con nuestras propias fuerzas.
Y quizás incluso pensamos que usar «ruedas cuadradas»
(algunos teólogos probablemente sospecharán que hay un
profundo misterio dialéctico detrás de esta monstruosidad
verbal) es algo especialmente espiritual.
«Si le entiendo correctamente», podría contestar
usted, «lo importante aquí es tomar esas ruedas redondas que
han sido provistas de forma tan abundante en la iglesia y
ponerlas donde corresponden de acuerdo con el plan de Dios.»
«Exactamente. Y lo realmente emocionante es
que, hablando en sentido figurado, hemos descubierto en
nuestra investigación un montón de ruedas redondas que ya
existen en la iglesia. La diferencia es que algunas iglesias las
utilizan, y otras no.»
«Ahora tiene que contarme más sobre su proyecto
de investigación o puede que tenga dificultades para seguir
su argumento.»

Lo que podemos aprender
de otras iglesias y lo que no
G
racias por permitirme compartir algo de los
antecedentes de nuestro proyecto. Durante
los últimos años he conocido a muchos cristianos que tenían
dificultades para ver algo de espiritual en un proyecto de
investigación sobre el crecimiento de la iglesia. Más bien
sospechaban que había técnicas de gestión empresarial
cuestionables detrás de tal proyecto, las cuales no deberían
tener cabida en la iglesia cristiana. Pero el auténtico motivo
detrás de nuestro esfuerzo era algo muy diferente. Nosotros
queríamos agudizar nuestra perspectiva sobre aquellos princi-pios
que Dios mismo utiliza para construir su iglesia. Cuanto
más manejamos estos principios, más aprendemos algunas
cosas sobre cómo Dios actúa hoy en día entre nosotros.
Pero, ¿cómo podemos descubrir cuáles son estos
principios? Podríamos ir y preguntar a algunos pastores de
iglesias en crecimiento sobre el secreto de su éxito. Una de
las cosas que descubriríamos es que existen tantas respues-tas
como iglesias que tienen éxito. Algunos piensan que su
secreto para el éxito es que tienen un culto de alabanza
dirigido a la gente que no tiene un trasfondo religioso. Otros
están seguros de que la clave para su crecimiento ha de
encontrarse en la importancia de la alabanza y el desarrollo
de los creyentes. Otros elogian los nuevos métodos de mar-keting
como una forma esencial de abordar el crecimiento de
la iglesia, mientras otros hacen crecer su iglesia con mucho
éxito sin ni siquiera haber oído un concepto como el de
promocionar a la iglesia con técnicas de marketing. Algunas
veces es realmente difícil encontrar un denominador común
en todas estas respuestas.
Por convincentes que todas estas respuestas pue-dan
parecer por sí mismas, cada una contribuye todavía más
a la confusión. ¿Quién tiene razón? Y cuando nos damos
cuenta de que todo el mundo parece afirmar: «¡Hagan como
nosotros y ustedes también tendrán el mismo éxito!» real-mente
sólo tenemos dos opciones. O bien nos apropiamos de
un modelo o simplemente nos rendimos frustrados.
Afortunadamente, hay una tercera opción. En vez
de escuchar solamente las respuestas de los líderes de estas
iglesias, podríamos hacer un estudio de las propias iglesias
para descubrir si hay algún elemento que caracterice a todas
las iglesias en crecimiento. De esta forma, en vez de simple-mente
aprender de una sola, podríamos literalmente investi-gar
centenares de iglesias modelo, grandes y pequeñas, para
descubrir cuáles de los elementos de las iglesias sometidas a
estudio son principios universalmente válidos y cuáles son
quizá interesantes, pero no aplicables al crecimiento de la
iglesia de manera general.
¿Me sigue hasta aquí? Me ha llevado años enten-der
realmente esta diferencia. Hoy en día, a esto le llamamos
la diferencia entre un enfoque «según modelo» y un a veces muchas, iglesias en alguna parte del mundo han
experimentado positivamente. Pero imitar estas experiencias
puede no ser en absoluto la respuesta correcta para iglesias
que están en otra situación. Los «principios», sin embargo,
son aquellos elementos que han resultado ser aplicables para
todas las iglesias en crecimiento en todo el mundo.
Casi puedo oírle suspirar de desesperación. Sacar
conclusiones de una sola iglesia es relativamente fácil. Pero,
¿cómo se las arreglaría para estudiar cientos, o incluso, miles
de iglesias de todo el mundo?
Si se siente totalmente abrumado cuando piensa
en la magnitud de un proyecto como ése, déjeme decirle:
así es exactamente como yo me sentí hace algunos años
cuando me di cuenta de que la literatura sobre el crecimiento
de la iglesia, hasta ese momento, había trabajado en
gran parte con una perspectiva según modelo (aunque la
mayoría de los modelos afirman –y ése es el auténtico
problema– que ofrecen principios aplicables a nivel universal).
Durante años manejé literatura sobre el crecimiento de
la iglesia. Pasé algún tiempo estudiando en la «Meca» del
movimiento de iglecrecimiento, el Seminario Teológico
Fuller, y aprendí muchas cosas buenas. Pero al final, me di
cuenta de que después de cuarenta años de estudios sobre
el crecimiento de la iglesia, no había habido uno solo que
respondiera a la pregunta: ¿Cuáles son realmente los
principios probados que se aplican globalmente a todas las
iglesias en crecimiento?
Esto tenía que cambiar. Y de esta manera surgió un
plan sobre cómo iba a pasar los siguientes años de mi vida.
¡Uno de los mayores desafíos de mi vida había comenzado!


¿Qué es lo que las iglesias
en crecimiento hacen real-mente
de forma diferente?
P
ara crear una base de datos lo suficientemente
grande como para llegar a conclusiones cientí-ficamente
significativas, nuestro instituto tuvo que estudiar al
menos 1000 iglesias diferentes en los cinco continentes:
iglesias grandes y pequeñas, en crecimiento y decrecimiento,
iglesias que son perseguidas por el estado e iglesias que son
subvencionadas por el mismo, iglesias destacadas y conoci-das
así como totalmente desconocidas. Necesitábamos
iglesias de zonas que actualmente están experimentando un
gran avivamiento espiritual (por ej. Brasil, Corea) así como
de regiones que, según el estándar internacional, aparecen
como meros «países espiritualmente subdesarrollados» (por
ej. Alemania).
El estudio fue creciendo para convertirse en el
trabajo de investigación más exhaustivo jamás realizado
sobre las causas del crecimiento de la iglesia. Participaron
iglesias de 32 países. El cuestionario, que tiene que rellenarse
por 30 miembros en cada iglesia, tenía que ser traducido a
18 idiomas diferentes. Al final, afrontamos la misión de
analizar 4,2 millones de respuestas. ¡Esas respuestas, recor-tadas
y pegadas, crearían una tira de papel que se extende-ría
de Sevilla hasta Burgos o desde Buenos Aires hasta Porto
Alegre!
Cuando se completó el proyecto, no sólo se me
habían multiplicado las canas en la cabeza y las deudas en
el banco, sino que algo extraordinario había ocurrido. Ésta
era la primera vez que en realidad teníamos en blanco y
negro, justo delante de nosotros, principios que estaba
demostrado eran universalmente usados por Dios para
edificar su iglesia –literalmente desde Alaska a Vladivostok,
de Groenlandia a las Islas Malvinas, del Cabo Norte al Cabo
de Buena Esperanza.


Las ocho características
cualitativas de las iglesias
en crecimiento
E
n las próximas páginas me gustaría mostrarle
los ocho principios más importantes que identi-ficamos
en el transcurso de nuestro estudio. No se deje
intimidar por el hecho de que los nombres que seleccionamos
para describir estos principios suenen relativamente abstrac-tos:
liderazgo capacitador, ministerio según dones, espiritua-lidad
ferviente, estructuras funcionales, culto inspirador,
células integrales, evangelismo según las necesidades y
relaciones afectivas. Las llamamos las «ocho características
cualitativas de las iglesias en crecimiento».
No hay duda de que al principio todo esto suena
un poco teórico. Pero tan pronto como echemos un vistazo a
lo que se esconde detrás de cada uno de estos principios,
usted se dará cuenta de que tienen algo que ver con la
situación de su propia iglesia. ¿Cuál era su pregunta inicial?
«¿Qué podríamos hacer para ver a nuestra iglesia progresar
mejor?» La respuesta es: ¡Contribuya a que cada una de
estas ocho características se desarrolle más plenamente en
su iglesia!
Nuestra investigación nos enseñó que ninguna
iglesia que quiere crecer puede descuidar ni siquiera una sola
de estas características cualitativas.

Característica cualitativa 1:
Liderazgo capacitador
P
or favor, observe que nuestra primera caracte-rística
cualitativa no se denomina liderazgo
«capacitado» sino «capacitador». Déjeme explicar la diferen-cia.
«Liderazgo capacitado» podría significar que hay un
líder (a veces varios, pero generalmente sólo uno) que es
muy brillante, tiene muchos dones y una gran visión de
futuro. Y este líder necesita voluntarios que le ayuden a
convertir su visión en realidad.
Fuera del ámbito cristiano, este concepto a veces
se conoce como «gurú-liderazgo». Pero también se pueden
encontrar modelos similares en iglesias cristianas. Algunos
incluso defienden este concepto como un principio de creci-miento
especialmente eficaz –aquí está el gurú-líder con su
gran visión, allí el resto de la membresía que sirve de buena
gana a su poderoso líder para realizar los sueños de su vida.
Nuestro estudio muestra, sin embargo, que esto
no podría estar más lejos de la verdad. Los líderes de iglesias
en crecimiento no tratan de aumentar su propio poder para
convertirse en todopoderosos. Justamente lo contrario. Ellos
consideran como una de sus labores más importantes el
ayudar a los cristianos a desarrollar mayores niveles de
responsabilidad según el plan de Dios. Ellos equipan, apo-yan,
motivan y aconsejan a los individuos para que se
conviertan en todo lo que Dios quiere que sean. Algunos de
estos cristianos pueden ser incluso guiados para ir por un
camino muy diferente del de sus líderes. Pero los líderes
capacitadores pueden regocijarse de todo corazón porque
ellos saben que Dios tiene un llamamiento único para cada
individuo.
Lo que resulta interesante es que la mayoría de los
pastores que alcanzaron las puntuaciones más altas en nuestra encuesta son apenas conocidos fuera de su ámbito.
Y sin embargo, ellos nos proporcionan principios básicos de
liderazgo mas útiles que la mayoría de las «superestrellas»
espirituales mundialmente famosas. Los líderes de las iglesias
en crecimiento no tienen por que ser superestrellas. De
hecho, el modelo superestrella puede ser un obstáculo para
el crecimiento de la iglesia. Dios generalmente no lleva a
cabo sus planes a través de estrellas superdotadas. Si alguien
desempeña este papel (o tiene que desempeñarlo porque la
iglesia así lo espera), es generalmente un indicio seguro de
que algo no va bien en esta iglesia.

Característica cualitativa 2:
Ministerio según dones
La base para nuestra segunda característica
cualitativa es la convicción de que Dios ya ha
decidido qué cristiano debería asumir mejor los ministerios
en la iglesia. La función del liderazgo de la iglesia es ayudar
a sus miembros a identificar sus dones e integrarlos en los
ministerios que se correspondan con sus dones. Este principio
suena bastante simple, pero su aplicación práctica tendrá
unas implicaciones enormes en todas las áreas de la vida de
la iglesia.
Cuando usted vive según sus dones espirituales ya
no trabaja con sus propias fuerzas, sino que el Espíritu Santo
trabaja en usted. De esta forma, aunque usted sea «sólo una
persona normal» puede lograr, en el sentido literal de la
palabra, cosas extraordinarias.
Nuestro estudio muestra que la mayoría de los
cristianos o bien no participan en ningún ministerio o traba-jan
en uno que no se corresponde con sus dones. Por otra
parte, un 80 por ciento de todos los cristianos que encuestamos en la Europa de habla alemana no podía ni
siquiera identificar sus dones. ¡Esto es increíble! ¿Se acuerda
del carro con las ruedas cuadradas? Una persona que adopta
un ministerio que no se corresponde con sus dones se
parece a una de estas ruedas cuadradas. ¿Y un cristiano que
no tiene ninguna labor en la iglesia? Tal persona se parece a
una de esas muchas ruedas redondas en el carro. Usted
probablemente se puede imaginar cómo es un cristiano que
en efecto trabaja en un ministerio que se corresponde con
sus dones. No es sorprendente que la aplicación práctica de
este principio tenga unos resultados tan espectaculares para
el crecimiento de la iglesia.
Uno de los resultados más interesantes de nuestra
investigación fue el descubrimiento de que no hay factor que
influya más en el sentimiento de gozo al vivir la vida cristia-na
que vivirla conforme a nuestros dones espirituales.
Mi propia experiencia confirma esta conclusión. Desde que
he empezado a moldear mi ministerio en consonancia con
mis dones he experimentado tres efectos: primero, soy más
feliz; segundo, soy más eficiente; y tercero, soy más malinter-pretado
por otros cristianos que nunca antes. Quizás éste es
el precio que hay que pagar por querer seguir el llamamiento
de Dios.

Característica cualitativa 3:
Espiritualidad ferviente
E
l nombre de esta característica cualitativa le
puede parecer un poco abstracto, pero forma
parte de la naturaleza de las cosas. Tuvimos que encontrar
un término que pudiera describir los estilos más divergentes
de espiritualidad. Por lo que respecta al crecimiento de la
iglesia, uno de los resultados de nuestro estudio indica que lo
más importante (siempre que la espiritualidad sea real) no es la forma en la que ésta sea expresada, sino el hecho de que
la fe sea vivida realmente con compromiso, pasión y entu-siasmo.
Ha quedado comprobado que el grado de fervor
espiritual es el aspecto que diferencia las iglesias en creci-miento
de las que no crecen.
Esta característica cualitativa también demuestra
que los métodos que utiliza una iglesia son en realidad un
aspecto secundario. Una iglesia que vive su fe con fervor
espiritual experimentará éxito con muchos métodos distintos.
Por el contrario, en las iglesias en las que este aspecto está
ausente, los mejores métodos no lograrán nada. ¿De qué
vale el motor más moderno cuándo el depósito de gasolina
está vacío?
Por desgracia, nosotros los cristianos a menudo
nos inventamos estrategias que acaban estrangulando este
fervor espiritual. En mi oficina he organizado dos archivos
para esta característica cualitativa como he hecho para
todas las demás. En un archivo recojo todos los recursos que
puedo encontrar que ayudan a los cristianos a vivir su fervor
espiritual con más y más consistencia. En el segundo reúno
los conceptos que producen un estrangulamiento del fervor
espiritual desde el primer momento. Cada vez que regreso de
un viaje, archivo mis notas con las cosas nuevas que he
aprendido en una de estas dos carpetas.
Aquí está el frustrante resultado: el primer archivo
no tiene más de dos centímetros y medio de ancho, ¡el
segundo se ha llenado tanto que ya no puedo cerrar el cajón
de los archivos! Creo que esto dice más sobre nuestra mane-ra
de enfocar el fervor espiritual de lo que la mayoría de
nosotros estaría dispuesto a admitir.

Característica cualitativa 4:
Estructuras funcionales
R
esulta interesante que, de las ocho característi-cas
de iglesias en crecimiento, la característica
cualitativa «estructuras funcionales» ha emergido como el
punto más controvertido. Con todo, el principio detrás de
dicha característica es en realidad bastante sencillo. El
criterio más importante para las formas y las estructuras en
la iglesia es si cumplen su cometido o no. Las estructuras de
la iglesia no son nunca un fin en sí mismas, sino sólo un
medio para un fin. Todo lo que no esté a la altura de este
requisito (por ej. estructuras de liderazgo degradantes,
horarios de culto poco apropiados, o programas que no
llegan a su audiencia de forma efectiva) se cambia o se
desecha. A través de este proceso de autorenovación las
rutinas tradicionalistas se pueden evitar en gran medida.
Entonces, ¿de dónde viene la resistencia a este
principio? Es simplemente el resultado de la tendencia de las
personas a volverse más y más tradicionales a lo largo de la
vida. El tradicionalismo implica que las formas de la iglesia
tienen que permanecer tal cual las hemos conocido. No es
casualidad que el tradicionalismo sea un factor que muestra
una de las correlaciones negativas más significativas con el
crecimiento de la iglesia.

Característica cualitativa 5:
Culto inspirador
P
robablemente no existe otra área de la vida de
la iglesia donde se infrinja con más frecuencia
la distinción entre modelos y principios como en la del culto. Muchísimos cristianos creen que deben adoptar ciertos
modelos de culto de otras iglesias porque supuestamente
éstos representan un principio de crecimiento de la iglesia.
Pero nuestro estudio indica que la cuestión no es si
nuestros cultos están dirigidos a creyentes o no creyentes; si
se celebran con un lenguaje «espiritualizado» o empleando
uno más cotidiano; si alabamos utilizando una liturgia
determinada o lo hacemos de una manera más espontánea.
Se puede demostrar que éstos sencillamente no son factores
decisivos para el crecimiento de la iglesia.
En cambio, el criterio clave es otro: ¿Es el culto una
experiencia inspiradora para aquéllos que acuden a él? Este
es el área que claramente separa las iglesias en crecimiento
de las que no crecen. Las personas que acuden a cultos
inspiradores afirman unánimemente que el culto «les ha
gustado» –aunque algunos cristianos consideren que evaluar
los cultos según este criterio sea una herejía.
Ahora es bastante evidente de dónde viene la
mayor oposición a esta característica cualitativa: de los
cristianos que van al culto para cumplir con un deber cristia-no.
Ellos no acuden a la iglesia porque es una experiencia
tan maravillosa que no se la perderían por nada, sino para
hacer a Dios (o al pastor, o a alguna otra persona) un favor.
Algunos incluso creen que su «lealtad» al soportar paciente-mente
una experiencia desagradable es bendecida por Dios.
Cuando comparto el ejemplo del carro con las
ruedas cuadradas con grupos que están condicionados por
tal manera de pensar, generalmente no ven nada de gracio-so
en esto. Para ellos, actuar como los dos hombres del
dibujo es algo bastante normal, quizás incluso espiritual.
¿Puede ver la conexión?

Característica cualitativa 6:
Células integrales
L
as iglesias que crecen han desarrollado un
sistema de grupos pequeños donde los cristia-nos
individuales pueden encontrar íntima comunión, ayuda
práctica y una profunda interacción espiritual. Todos estos
elementos cobran importancia a la luz de una visión integral
(y bíblica) del ser humano. En estos grupos las personas no
sólo hablan de textos de la Biblia o escuchan interesantes
explicaciones de expertos, sino que aplican enfoques bíblicos
a los asuntos cotidianos de los participantes.
En uno de mis seminarios compartí una vez la
historia de la iglesia más grande del mundo en Seúl
(Corea), que por aquel entonces tenía medio millón de
miembros. Una de las participantes respondió inmediata-mente
que no se podía imaginar llegar a ser miembro de
una iglesia como aquélla. Cuando le pregunté por qué
pensaba así, ella dijo: «Bueno, no podría soportar el anoni-mato.
Necesito el ambiente familiar de las personas que
conozco bien.»
No mucho tiempo después, conocí a un pastor de
aquella iglesia y le pregunté cómo hacían frente al problema
del anonimato. El se mostró bastante sorprendido: «¿Anoni-mato?
Nunca nadie se ha quejado de eso en nuestra igle-sia.»
Después, él se dispuso a contarme cómo esta iglesia ha
desarrollado un sistema de células independientes de hasta
doce miembros y cómo la mayoría de los miembros de esta
iglesia están integrados en este sistema.
Sí claro, Corea está muy lejos, y hacer frente a
más de medio millón de miembros con eficacia no es nuestro
problema aquí. Pero nuestra investigación muestra que el
principio en el que se basa esta iglesia coreana tiene validez
universal. Los grupos pequeños no son un bonito pasatiempo
del que se pueda prescindir. Lo que se desarrolla en los
grupos pequeños es la esencia misma de la verdadera vida
de la iglesia de Jesucristo.

Característica cualitativa 7:
Evangelismo según
las necesidades
N
o requiere un proyecto de investigación a
escala mundial el convencer a la gente de
que el crecimiento de la iglesia es inconcebible sin evangelis-mo.
¿De qué otra forma va a crecer la iglesia si no es a
través del proceso de compartir el evangelio para atraer cada
vez a más personas a la iglesia de Jesucristo? Este proceso
generalmente recibe el nombre de «evangelismo».
Así que la pregunta interesante no es si el evange-lismo
es necesario, sino si se puede demostrar que su prácti-ca
contribuye al crecimiento de la iglesia. Hay gente que
piensa que el evangelismo funciona mejor cuando se presio-na
a las personas a entregar su vida a Jesucristo. ¡Ellos ni
siquiera descartan usar métodos manipuladores para alcan-zar
este objetivo! Con razón, muchos de nosotros sentimos
una extraña sensación en el estómago cuando oímos la
palabra «evangelismo».
Pero se puede demostrar que los métodos manipu-ladores
«agresivos» representan justo lo contrario de la
práctica que aprendemos de las iglesias que crecen. Su
secreto es que comparten el evangelio de una forma que
responde a las verdaderas preguntas y necesidades de los no
creyentes.

Característica cualitativa 8:
Relaciones afectivas
No sé lo que usted piensa del término «coefi-ciente
afectivo», pero una cosa está clara.
Las iglesias en crecimiento manifiestan un «coeficiente
afectivo» perceptiblemente más alto que las que están
estancadas o en decrecimiento.
Siempre que utilizo esta expresión en un seminario
hay algunos cristianos que no pueden aguantarlo: «¡Qué
término más horrible!» Podría imaginarme que quizás usted
piense como ellos. Así que permítame explicar cómo llegamos
a este «coeficiente afectivo.» Nuestro cuestionario contiene
un conjunto de preguntas que nos permiten determinar
cómo son las relaciones entre los creyentes. Por ejemplo,
preguntamos cuánto tiempo pasan unos miembros con otros
fuera de las actividades de la iglesia. ¿Con cuánta frecuencia
se invitan unos a otros a comer o a tomar un café? ¿Qué
generosidad muestra la iglesia a la hora de hacer elogios?
¿En qué medida es el pastor consciente de los problemas
personales de los miembros de la iglesia? ¿Cuánto se ríe en la
iglesia?
¿Cuáles fueron los resultados? Todos estos puntos
–y bastantes más– guardan una estrecha correlación con el
crecimiento de la iglesia. De hecho, resultaron ser mucho
más significativos que muchos de los innumerables métodos
que llenan tantos libros sobre el crecimiento de la iglesia, y
que muchos cristianos han elevado erróneamente a la cate-goría
de principios de iglecrecimiento.
¿Le asombra esto? El amor sincero y práctico dota
a una iglesia de un poder magnético mucho mayor que el de
todos los esfuerzos de marketing del mundo entero. En el
mejor de los casos, promocionar a las iglesias con técnicas de
marketing se puede comparar a las flores artificiales. Éstas pueden parecer engañosamente reales, pero no tienen olor.
Sin embargo, el amor auténtico esparce esa misteriosa
fragancia que pocos pueden resistir.

No debe faltar ninguna
característica cualitativa
Bien, esto ha sido una rápida visión de conjunto
de los principios más importantes que demues-tran
ser responsables del crecimiento de la iglesia.
Hay tres cosas que podemos decir sobre estos
principios hoy en día con un alto grado de certeza: primero,
éstos son principios universalmente válidos (esto significa que
son aplicables a iglesias en todo el mundo); segundo, se
pueden aplicar a nuestra propia situación (y los resultados
variarán de iglesia a iglesia); y tercero, cada uno de estos
principios guarda una relación positiva tanto con el creci-miento
cualitativo como cuantitativo de la iglesia. Si real-mente
nos preocupa llegar a tantas personas como sea
posible, no nos podemos permitir el lujo de sacrificar ninguna
de estas características cualitativas.
Esto es lo que revela la investigación. Aunque
nosotros los cristianos algunas veces hablamos de forma
diferente. En una reciente convención cristiana oí a uno de
los conferenciantes decir lo siguiente: «Los principios de
iglecrecimiento no tienen ninguna importancia.» Y gran
parte de la audiencia aplaudió. ¿Cómo habría reaccionado
usted ante esta situación, con aprobación o desaprobación?
¡Sea sincero!
Le diré que no me levanté y me enfrenté a este
hombre, pero no dejé pasar la oportunidad de decir al confe-renciante
más tarde que consideraba su mensaje una ense-ñanza
falsa. ¿Qué afirmó realmente cuando declaró que los
principios de iglecrecimiento «no tienen ninguna importan- cia»? Hemos visto que uno de estos principios es la práctica
del amor cristiano (característica cualitativa 8). Por tanto, lo
que este conferenciante declaró fué: «El amor cristiano no
tiene ninguna importancia.» Otro principio es el de la espiri-tualidad
ferviente. Su mensaje, sin embargo, afirmaba: «La
oración no importa nada.» Y así podría continuar con todos
los principios de iglecrecimiento de los que hemos tratado en
este librito. Pero espero que usted comprenda por qué no es
exagerado considerar tal mensaje una irresponsable «falsa
enseñanza».
Por supuesto este conferenciante no quería decir
todo esto realmente. Sin embargo, tenemos que preguntar-nos,
¿por qué se le ocurrió hacer tal afirmación?
Le cuento esta historia porque a menudo me
enfrento a reacciones similares cuando utilizo términos como
«principio de iglecrecimiento». Para algunos, esta expresión
obviamente suena a métodos de marketing manipuladores y
acertadamente llegan a la conclusión de que «no tienen
ninguna importancia». Por eso es tan importante para mí el
saber que al menos usted, que me está escuchando tan
pacientemente, reaccionará de forma distinta. Si alguna vez
escuchara a alguien decir: «Los principios de iglecrecimiento
no tienen ninguna importancia», usted podría responder a
esta persona: «Creo que usted tiene un concepto erróneo de
lo que son los principios de iglecrecimiento. ¿Sabía que
practicar el mandamiento cristiano del amor es uno de estos
principios? ¿Está realmente afirmando que la Biblia nos
enseña que el amor no importa?»
Cuando examinamos los ocho principios más
detalladamente, algunos se sorprenden al darse cuenta de
que cada principio resume aspectos centrales del mensaje
bíblico. ¿No es estupendo que el estudio más exhaustivo
jamás realizado en el mundo cristiano sobre este tema
confirme exactamente lo que Dios siempre ha dicho en su
palabra? Los principios de iglecrecimiento que hemos co-mentado
no son otra cosa que los propios principios de Dios.
No me malinterprete. La terminología que utilizo en este
libro para describir estos principios puede ser imperfecta. El
procedimiento de investigación por el que llegamos a estos
principios no está (como cualquier metodología científica)
libre de errores. Los libros de trabajo y recursos que hemos
desarrollado después también se pueden mejorar. Pero todo
esto no cambia el hecho de que los principios, que examina-mos
con nuestros medios imperfectos e investigamos de
forma deficiente, no son otra cosa que los propios principios
de Dios.

El principio «por sí mismo»
Y aquí llega el verdadero punto culminante de
nuestro estudio. Hemos llamado al principio
que subyace tras las ocho características cualitativas el
principio «por sí mismo». Tenemos pruebas hoy en día de
que el secreto de las iglesias en crecimiento no consiste en
empujar y tirar de la iglesia con la fuerza y el esfuerzo huma-no
–¿se acuerda del dibujo del carro?– sino en liberar y
desarrollar el potencial que Dios mismo ha puesto en la
iglesia. Entonces el crecimiento ocurre por sí solo.
El crecimiento de la iglesia es algo que nosotros los
humanos no podemos hacer. Nuestro trabajo simplemente
está en estimular los automatismos de crecimiento que el
mismo Dios utiliza para construir su iglesia. Perdóneme por
utilizar uno de estos términos técnicos que le dije al principio
que quería evitar en la medida de lo posible. Pero la realidad
que designa este término es absolutamente central para el
desarrollo de la iglesia.
Por lo tanto, ¿qué quiero decir con este término, que
al principio puede sonar un poco peculiar y en absoluto bíbli-co?
Ni más ni menos que un concepto bíblico central cuya aplicación al trabajo práctico de la iglesia es fundamental. En
Marcos 4:26-29 Jesús nos cuenta la siguiente parábola:
«El reino de Dios es como un hombre que echa
semilla en la tierra, y se acuesta y se levanta, de noche y de
día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe. La tierra
produce fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga,
y después el grano maduro en la espiga. Y cuando el fruto lo
permite, él enseguida mete la hoz, porque ha llegado el
tiempo de la siega.»
Esta parábola muestra explícitamente lo que las
personas pueden y deberían hacer, y lo que no pueden hacer.
Deberían sembrar y recoger; pueden dormir y levantarse. Sin
embargo, lo que no pueden hacer es traer fruto. En el texto
encontramos la descripción misteriosa de la tierra producien-do
fruto «por sí misma».
El texto griego utiliza el término «automate», que
traducido literalmente significa «automáticamente». De esta
forma este pasaje habla explícitamente de un automatismo
de crecimiento. Estoy enfatizando este punto porque muchos
cristianos a quienes he tratado de explicar este principio
sospechan que este concepto no es realmente bíblico. Pero
mire otra vez. Este no sólo es un principio bíblico, sino que
cuando estudiamos el texto original encontramos que es un
término bíblico.
Esta parábola no es mera-mente
una bonita ilustración. No, es
la auténtica esencia del crecimiento
de la iglesia. Las iglesias que crecen
utilizan este automatismo de
crecimiento, unas de forma delibe-rada
y otras de forma intuitiva. ¡Es
«el secreto de su éxito»!
Así que, ¿cómo ocurre
esto? Para contestar a esta
pregunta es útil revisar las ocho características cualitativas. Cada característica cualita-tiva
consiste en dos partes: un sustantivo (por ej. liderazgo,
ministerio, espiritualidad, estructuras) y un adjetivo (por ej.
capacitador, según dones, ferviente, funcional). El secreto de
cada una de estas características cualitativas no está descrito
por los nombres (cada iglesia tiene un tipo de liderazgo,
ministerios, espiritualidad o estructuras). Más bien, el secreto
se esconde en la aplicación práctica de lo que representa
cada uno de los adjetivos.
Una mirada más detallada a estos adjetivos revela
que tienen algo que ver con el hecho de posibilitar el funcio-namiento
de esos automatismos de crecimiento que Dios
utiliza para construir su iglesia. Recuerde nuestra ilustración
del carro: En vez de empujar y tirar del carro (la iglesia)
nosotros mismos, tenemos que descargar algunas de estas
ruedas que ya están en el carro, ponerlas en el sitio adecua-do
y disfrutar de la alegre experiencia de que el soplo del
Espíritu Santo ponga el carro en marcha (aparentemente)
«por sí mismo».

Nuestra preocupación
principal: la calidad de
nuestras iglesias
No sé si lo que he compartido con usted le
resulta algo nuevo, o si simplemente está
confirmando algo que usted ya sospechaba o sabía. Para
la mayoría de los cristianos con quienes comparto estos
descubrimientos, estos principios difieren drásticamente de sus
ideas acerca del «iglecrecimiento» o «desarrollo de la iglesia.»
Una de las conclusiones más importantes que
resulta de nuestro proyecto de investigación es que siempre
que pensamos en el tema del iglecrecimiento, la clave es la calidad de la iglesia. La calidad (medida en términos de las
ocho características cualitativas) es la raíz, la cantidad
(aumento de la asistencia a la iglesia) es el fruto.
Esta perspectiva tiene importantes aplicaciones
para el trabajo práctico de la iglesia. En vez de empezar con
la pregunta: «¿Cómo podemos conseguir que venga más
gente a la iglesia?», nosotros preguntamos: «¿Cómo pode-mos
crecer en cada una de las ocho áreas cualitativas?»
Detrás de este enfoque se halla la convicción con base
teológica y empírica de que la calidad en estas áreas siempre
resultará en un crecimiento cuantitativo (por ej. más perso-nas
que asisten a la iglesia).
La base de este enfoque cualitativo es el principio
bíblico de que un buen árbol produce buen fruto (Mateo
7:17). Esto significa que ya que el árbol es bueno (tiene una
alta calidad) también produce buen fruto (más cristianos que
se unen a la iglesia). ¡Es fascinante ver qué bien confirma la
exactitud de esta afirmación bíblica un estudio estadístico!

Una regla sin excepción
Déjeme hablarle ahora de un descubrimiento
en nuestro estudio que yo personalmente
considero el más interesante de todos. Mientras que hay
excepciones a cada principio de iglecrecimiento, hay una
regla para la que todavía no hemos encontrado una sola
excepción. Todas las iglesias en las que cada una de las ocho
características cualitativas ha alcanzado cierto nivel (en
nuestra jerga técnica decimos que ha alcanzado un índice
cualitativo de 65 o más) es una iglesia en crecimiento.
Parece haber un valor cualitativo –que se puede
mostrar en términos estadísticamente exactos– más allá del
cual una iglesia crecerá siempre. ¿No es esto interesante?
Cuando se nos pregunta que debe ocurrir para
atraer a más gente a nuestros cultos, sólo puedo ofrecer una respuesta que se puede apoyar científicamente: «Debemos
trabajar para alcanzar un índice cualitativo de 65 en las ocho
áreas.» Esta respuesta quizás no tenga mucha aceptación,
pero no se pueden ignorar los resultados de la investigación.
No me malinterprete. No estoy diciendo que este
tipo de crecimiento sea fácil de conseguir. Esto no es ningún
truco publicitario o método mágico que promete crecimiento
instantáneo con solo apretar un botón. Más bien es un
camino difícil para aumentar la calidad de la iglesia hasta
este nivel tan alto. Pero, ¿dónde en la Biblia se nos dice que
sería fácil para la iglesia ser fiel al mandato de nuestro Señor?
Puede ser que usted encuentre censurable la
propuesta de que hay un valor cualitativo que se puede
medir, más allá del cual el crecimiento cuantitativo tendrá
lugar siempre. Sin embargo, al examinarlo más de cerca,
este fenómeno no es tan sorprendente.
A fin de cuentas, ¿qué significa para una iglesia
haber alcanzado un índice cualitativo de 65 en las ocho
áreas? Si liberamos tal afirmación de la abstracción de un
lenguaje estadístico, significa lo siguiente: esta es una iglesia
en la que los líderes están comprometidos en cuerpo y alma
con el crecimiento de la iglesia; en la cual casi todos los
creyentes están usando sus dones espirituales para edificar la
iglesia; en la que la mayoría de los miembros están viviendo
su fe con fervor y contagioso entusiasmo; en la cual las
estructuras de la iglesia se evalúan teniendo en cuenta si
sirven al crecimiento de la iglesia o no; en la que los cultos
son un momento culminante de la semana para la mayoría
de la congregación; en la que el amor y el poder sanador del
compañerismo cristiano se puede experimentar en pequeños
grupos; en la cual casi todos los cristianos, según sus dones,
ayudan a cumplir con la Gran Comisión; en la cual el amor
de Cristo impregna casi todas las actividades de la iglesia.
¿Es siquiera concebible que una iglesia así pudiera estancarse
o decrecer?

¿Cuál es el área más débil
en nuestra iglesia?
A
lgunos cristianos que oyen estos principios por
primera vez puede que se quejen: «¿Y se
supone que tengo que pensar en todo esto a la vez? Los
árboles me impiden ver el bosque.» Este es el aspecto donde
puede ser muy útil otro resultado de nuestro estudio: para
empezar, es suficiente con centrarnos en una sola área. Pero,
¿qué área es, estratégicamente hablando, la más decisiva?
Se puede demostrar que el crecimiento de la iglesia
está bloqueado fundamentalmente por aquellas característi-cas
cualitativas que están menos desarrolladas. Por otra
parte, esto significa que si centramos nuestras energías
principalmente en estos factores mínimos, podemos esperar
que simplemente esto conduzca al crecimiento.
Mi experiencia ha sido que la mayoría de los
cristianos no se convencen fácilmente de estos principios de
iglecrecimiento con análisis científi-cos
y bien razonados, sino más
bien con una simple demostra-ción.
Para mis conferen-cias
he pedido que me hagan
un barril con duelas o tablas de
diversas longitudes, según el
modelo en el dibujo de esta
página. Cuando visito una
iglesia para la que se ha prepa-rado
un perfil de iglesia, primero
escribo los nombres de las ocho
características cualitativas en las
duelas según lo mucho o lo poco
que se haya desarrollado cada una de las características individualmente. El nombre del
«factor mínimo» (por ej. «estructuras») se escribe en la tabla
más corta y el nombre del factor máximo (por ej. «espirituali-dad»)
en la más larga.
Luego echo agua dentro del barril hasta que
empieza a rebosar. Mientras estoy echando agua y el suelo a
los pies de los que están sentados en la primera fila se está
mojando, pregunto a los participantes qué es lo que debería
hacer. Algunos, el conserje incluido, me piden que deje de
echar agua inmediatamente. No lo hago, por supuesto,
porque en este ejemplo el agua simboliza la bendición de
Dios derramándose sobre la iglesia desde el cielo. ¡No pode-mos
pedir en serio a Dios que deje de bendecirnos sólo porque
nuestra iglesia tiene problemas «para contener el agua»!
Otros sugieren que deberíamos orar más. Estoy de
acuerdo en que la oración es extremadamente importante y
absolutamente esencial para el crecimiento de la iglesia. Así
que alargo la tabla más larga, «espiritualidad ferviente»,
diez centímetros; y todo el mundo puede ver que esta noble
medida no resuelve el auténtico problema. El agua sigue
salpicando el suelo.
Finalmente, alguien sugiere que debería alargar la
duela del factor mínimo. ¡Y vea lo que ocurre! En el momento
en el que la alargo tan sólo unos centímetros, el barril puede
contener más agua.
Nuestro trabajo y el trabajo
de Dios
T
ales ejemplos ponen de manifiesto bastante
bien los aspectos centrales del desarrollo de la
iglesia. El barril compuesto de ocho duelas (características
cualitativas) representa lo que podemos y, según la voluntad
de Dios, debemos hacer. Es verdad que todas nuestras laboriosas mejoras en la calidad del barril no hacen que el
agua (nuevos creyentes) se vierta en él. Si Dios no manda
agua, incluso el mejor barril permanecerá seco. Por otra
parte, cuando Dios derrama agua –y hay mucha evidencia
teológica del hecho de que él lo hace con gran complacen-cia–,
la calidad de nuestro «barril» (iglesia) es decisiva. Esta
calidad es la que decide en última instancia cuánta agua
puede contener el barril.
Sencillamente no podemos «fabricar» el crecimien-to
cuantitativo de la iglesia. Más bien, deberíamos centrar
nuestros esfuerzos en mejorar la calidad de la iglesia para
asegurarnos de que las bendiciones, que Dios ya ha empeza-do
a derramar, permanezcan en nuestra iglesia.
El apóstol Pablo quizás no utiliza la ilustración del
barril con las duelas, pero habla de la misma relación entre
el trabajo humano y el divino cuando usa las siguientes
palabras: «Yo (observe que Pablo aquí está hablando de sí
mismo) planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimien-to»
(1 Cor. 3:6). Esto aclara lo que ya saben los agricultores
incluso sin haber oído estas palabras, es decir, lo que pueden
«producir» y lo que no. Pueden plantar, regar y recoger. Pero
no pueden hacer crecer. Sin embargo, saben que el plantar y
el regar tienen una gran influencia en la esperada cosecha.

El desarrollo natural
de la iglesia
L
os descubrimientos de la investigación nos
pueden ayudar a comprender mejor el creci-miento
(o la falta de éste) de las iglesias. Pero no es suficien-te
con sólo comprender. ¿De qué sirve el mejor diagnóstico si
el médico no tiene ninguna terapia que ofrecer?
Para asegurarnos de que el estudio sobre el desa-rrollo
de la iglesia no termina aquí, hemos desarrollado una
serie de recursos para ayudar con la aplicación práctica de
los principios en la vida de la iglesia.
A este enfoque sobre el iglecrecimiento que hemos
desarrollado sobre la base de nuestra investigación, lo hemos
denominado «desarrollo natural de la iglesia». Nuestra
organización está comprometida con el desarrollo y la
publicación en castellano de materiales diseñados sobre la
base de este enfoque. Al final de este librito encontrará una
selección de materiales actualmente disponibles en español.

El primer paso
Muchas iglesias se embarcan en el desarrollo
natural de la iglesia mediante la elaboración
de un perfil de iglesia para identificar los puntos fuertes y
débiles de su iglesia. El perfil de iglesia da respuesta, entre
otras cosas, a la pregunta: ¿Cuál de las ocho características
cualitativas es nuestro factor mínimo en este momento?
Para elaborar este perfil, 30 miembros (más el
pastor) rellenan un cuestionario cada uno. El ordenador
analiza las respuestas y las compara con los 4,2 millones de
respuestas que hemos recogido hasta ahora. El programa de
software utiliza una «fórmula global» especial para calcular
las puntuaciones que están estandarizadas a cada país. El
resultado puede servir entonces como base para centrarse en
la pregunta: ¿Qué podemos hacer para experimentar creci-miento
en el área de nuestro factor mínimo?
Espero, querido lector, que ahora pueda entender
mucho mejor que al principio de este librito, que ésta es una
cuestión de gran importancia espiritual.

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